Consejos para afrontar los miedos en la infancia
Los miedos en la infancia son naturales y afectan a todos los niños, lo importante es una detención precoz para evitar que vayan a más con el paso de los años.
Pero, ¿cuáles son los más comunes y cómo podemos ayudar a nuestros hijos a superarlos? Begoña Ibarrola, colaboradora de los Colegios CEU, escritora infantil y psicóloga experta en inteligencia emocional, nos explica los diferentes miedos existentes y como fomentar su superación.
Las emociones son una parte esencial de la experiencia humana y cada una cumple una determinada función. Incluso el miedo.
¿Qué es el miedo?
El miedo es “una emoción primaria, está en nuestro ADN y, por lo tanto, es necesaria.”. Es un mecanismo de defensa “que garantiza nuestra supervivencia.” Sin embargo, el miedo se puede sentir en diferentes ocasiones y por distintos motivos a medida que vamos creciendo, y, además, hay que destacar que si el miedo es excesivo puede incluso paralizarnos.
Los miedos durante la infancia
Hay miedos que son comunes en casi todos los niños y niñas, y que surgen y desaparecen en función de la edad. En los primeros años de vida los más típicos son los miedos a las personas extrañas, a los ruidos, a la oscuridad, a los seres imaginarios, al daño físico, al abandono, …
A partir de los 6 años y con la llegada a Primaria, a todos los anteriores se suman el miedo a cometer errores, a no saber una respuesta, a no aprender, al ridículo, a la muerte, al fracaso, a los exámenes, a no tener amigos…
Pero, además de estas potenciales fuentes de temor, hay otras propias de cada niño que están relacionadas con sus vivencias particulares y con la educación que haya recibido. También existe una pequeña porción de miedos infantiles que persisten y continúan durante mucho tiempo, llegando incluso hasta la edad adulta. Estos miedos son los denominados trastornos de ansiedad, es decir cuando la respuesta ante el miedo es desproporcionada, y acaba convirtiéndose en un problema para la familia y el propio niño. De este modo, cuando los miedos infantiles dejan de ser transitorios se denominan fobias.
Cómo ayudar a los niños a superar sus miedos
Los adultos debemos fomentar la prevención y superación de los miedos, así como el comportamiento prudente ante situaciones peligrosas. Por ejemplo, el niño no debe tener miedo a las escaleras, pero sí ser prudente al bajarlas. Aprender a enfrentarse a los miedos, ser capaz de superar algunos y aceptar otros, es uno de los aprendizajes más importantes que todo niño debe hacer para convertirse en un adulto seguro de sí mismo y, a la vez, prudente.
Para ayudar a los más pequeños a enfrentarse a sus miedos es preciso escucharlos con respeto, y preguntarles la causa de su miedo para que no se sientan juzgados, con una actitud empática que les haga sentirse comprendidos. También podemos estar cerca cuando se van a enfrentar a uno de ellos, pero sin forzarle a exponerse, solo cuando estén preparados y lo pidan. También hay que recordarles los miedos que ya han superado para que sientan que son capaces de volverlo a hacer.
Antes de nada, es clave poner nombre a las emociones. Esto les permitirá empezar a ‘apropiarse’ de ellas y comprenderlas mejor. Una vez identificados los miedos es conveniente conocer su nivel de intensidad y, para ello, podemos preguntarle si es un miedo grande, mediano o pequeño, siempre adaptándonos a su nivel de comprensión. Con los más mayores es de mucha utilidad ampliar el vocabulario emocional y enseñarle a diferenciar el temor del pánico, el susto del espanto…
En segundo lugar, es necesario enseñarles a no confundir la valentía con la imprudencia o la temeridad. La valentía no es una emoción, es un comportamiento que se caracteriza por superar el miedo y no debe confundirse con ‘no sentir miedo’. Así, la sobreprotección o que los pequeños se sientan culpables por ser ‘cobardes’ son dos actitudes muy negativas que pueden enquistar el problema e incluso lograr el efecto contrario al que se busca.
Por último, corresponde a los adultos respetar, comprender y aportar seguridad al pequeño cuando siente miedo. Si se le transmite tranquilidad, seguridad y confianza, se sentirá capaz de enfrentarse a ellos. Si te ‘burlas’ de sus miedos o lo ridiculizas, no vas a disminuir el temor que siente, solo perderá la confianza en compartirlo contigo. Una actitud empática es la base, pues el niño que se siente comprendido estará más dispuesto a reconocer sus temores y enfrentarse a ellos, sabiendo que algunos también pueden servirnos de ayuda.