La misión de los Colegios CEU es ser el germen de una transformación positiva de la sociedad
El CEU es el primer grupo educativo privado español, con una larga historia que conviene tener presente. Conocerla significa saber de dónde venimos, porque de ahí surge buena parte de lo que somos a día de hoy y, sin duda, es el motor para hacer lo que hacemos de la manera en que lo hacemos.
Un proyecto educativo con identidad y carácter propio
Los Colegios CEU son una obra de la Fundación Universitaria San Pablo CEU. Una obra que, a su vez, corresponde a la Asociación Católica de Propagandistas (ACdP), fundada en 1908. Eran unos años muy convulsos en la sociedad española, en donde era necesaria una regeneración social que este grupo de jóvenes católicos liderados por el Padre Ayala impulsan fundamentados en la doctrina social de la Iglesia.
Sus primeras acciones tienen que ver más con la presencia pública a través de conferencias, muy frecuentes en aquella época. Pero después, se les queda corto y ven la necesidad de ampliar su rango de influencia. Y para ello, compran la cabecera del periódico ‘Debate’, que se convertirá en una de las referencias fundamentales de la vida social de aquellos años.
Más tarde, además de actividades políticas en las que intervendrán, será importante su papel en el año 193. Mucho más tarde, en la transición política y en los primeros gobiernos de Adolfo Suárez, advierten de la importancia que tiene la educación en este proceso de transformación social. Será, por lo tanto, en el año 1933 cuando se funda el CEU, Centro de Estudios Universitarios, que después se convertirá en la Fundación Universitaria San Pablo CEU.
Ya en 1975 se funda el primero de los colegios, el Colegio CEU San Pablo Claudio Coello, que será cuna del resto de las fundaciones que se realizarán en los años siguientes hasta la actualidad. A día de hoy contamos con diez colegios a lo largo de toda la geografía española. Son tres centros en Madrid, uno en Valencia, uno en Alicante, uno en Vitoria, uno en Murcia, dos en Barcelona —de nuestra Fundación hermana Abat Oliba—, y uno más en Sevilla, de la Fundación CEU Andalucía.
En la actualidad, estamos hablando de casi 8.000 alumnos en el conjunto de nuestros colegios. Esta historia, ¿qué consecuencias tiene en los proyectos educativos concretos? Pues en primer lugar, que somos indiscutiblemente católicos. Y eso significa que la base de nuestra mirada a los demás y a nosotros mismos está basada en la antropología cristiana, en la que tratamos a cada uno de nuestros alumnos como individuo de su propia identidad y su diferencia. Pero también como un individuo que se mueve dentro de un colectivo, de los demás. De lo que los católicos, con toda su carga ideológica, llamamos prójimo.
El conocimiento, el pensamiento crítico y el valor moral de nuestras acciones, ejes de la actividad docente
Así, consideramos cuatro elementos fundamentales en la definición de un ser humano:
- En primer lugar es un ser pensante.
- En segundo lugar, es un ser transformador, fruto de su acción.
- En tercer lugar, su acción tiene consecuencias y, por lo tanto, tiene una dimensión ética.
- Y en último lugar, pero para nosotros el más importante, es un ser trascendente. Tiene una mirada espiritual que va más allá de la vida actual.
En su conjunto, por la tanto, hablamos de una clara misión para nuestros colegios: deben ser germen de una transformación positiva de la realidad en un contexto educativo supranacional. Y eso, lo que nos plantea son tres grandes ejes de acción en nuestra actividad docente:
- En primer lugar, el conocimiento. Que hasta ahora, en los últimos años, se ha denostado muchísimo pero que es absolutamente imprescindible para cualquier tipo de acción del pensamiento, transformación o valor moral de nuestras acciones.
- En segundo lugar, el pensamiento en dos líneas fundamentales. Por un lado, el pensamiento crítico, que nos hace individuos independientes, distintos, propios. Y en segundo lugar, el pensamiento creativo, que nos hace valorar distintas alternativas y soluciones a los problemas planteados.
- El tercer eje, elemental y fundamental dentro de nuestra perspectiva cristiana, es el valor moral de nuestras acciones, partiendo de la identidad católica pero, también, del equilibrio emocional y social.
Con estos tres grandes ejes hacemos nuestras las palabras del Papa Francisco “El lenguaje de la mente, el pensamiento; el lenguaje de las manos, el conocimiento; el lenguaje del corazón, el valor moral”. Y son ellas las que nos guían en toda la acción pedagógica y didáctica de los centros”.