Pensamiento divergente: qué es, beneficios y cómo trabajarlo en las aulas
El pensamiento divergente o pensamiento lateral es el que permite relacionar ideas y procesos de forma creativa, para encontrar alternativas a la resolución de un problema. El psicólogo y escritor Edward De Bono (1994) lo define como “tratar de resolver problemas por medio de métodos no ortodoxos o aparentemente ilógicos”. Es por ello que se puede incluir dentro del pensamiento creativo, en contraposición al lógico y lineal.
¿Por qué es importante potenciar el pensamiento divergente?
La creatividad no se determina solo con el coeficiente intelectual; de hecho, ser capaz de desarrollar un pensamiento divergente, es mucho más relevante para una mente creativa. Contar con él promueve actitudes como la curiosidad, la proactividad, el inconformismo, la curiosidad y la capacidad de arriesgarse.
Por todas estas características el pensamiento divergente es más común en edades tempranas. La razón es que en esas etapas la imaginación y la espontaneidad tienen más peso. Así, los más pequeños son más libres a la hora de elaborar sus pensamientos.
Pensar de forma divergente es muy valioso a la hora de diferenciarse de otros candidatos, por ejemplo, en un proceso de reclutamiento. Las empresas cada vez valoran más un pensamiento innovador y original, con enfoques diversos que enriquezcan de verdad sus proyectos.
Los procesos del pensamiento divergente
Con este tipo de pensamiento flexible se exploran muchas posibilidades y se generan ideas creativas de una forma espontánea y en ocasiones con mucha rapidez. Una vez se finalizan esas conexiones, las ideas se organizan y estructuran utilizando el pensamiento convergente.
En otras palabras, el pensamiento divergente permite generar múltiples y creativas soluciones a un mismo problema. Es decir, encontrar alternativas de forma ingeniosa a través de:
- La fluidez, que nos faculta para tener gran cantidad de ideas.
- La flexibilidad, con la que creamos respuestas dispares a distintas propuestas.
- La originalidad, con la que producimos ideas poco comunes.
- La elaboración, con la que desarrollamos y mejoramos las ideas.
En el Colegio CEU Virgen Niña sabemos de la importancia de potenciar el pensamiento divergente desde los primeros años. En la educación de las últimas décadas lo habitual ha sido priorizar el pensamiento lineal, junto a procesos con una estructura que conduce a una única solución, la considerada como correcta.
Si bien el pensamiento lógico es necesario y de gran utilidad, a la hora de enfrentarnos al mundo real en toda su complejidad, es necesario contar con herramientas para hallar soluciones de una forma flexible, dinámica y espontánea. Además, pensar de forma divergente es imprescindible para desarrollar una mentalidad innovadora y emprendedora.
¿Cómo se trabaja el pensamiento divergente en las aulas?
En este marco, tanto profesorado como alumnado deben estar abiertos a cuestionarse siempre todo. El docente debe proponer metodologías innovadoras, disruptivas, y fomentar que los estudiantes planteen ideas para alcanzar los objetivos al margen de los modelos preestablecidos. Al alentar el pensamiento divergente en el aula buscamos eliminar ideas preconcebidas, romper esquemas y alcanzar nuevas perspectivas para solucionar con eficacia los problemas.
Hay múltiples técnicas para aplicar la divergencia en el pensamiento: el grupo nominal, la lluvia de ideas, la sinéctica, los mapas mentales… Eso sí, es imprescindible estimular la creatividad del alumnado, eliminar barreras que puedan limitarla, promover las habilidades creativas y fomentar un entorno que las alienten. Por tanto, se debe evitar exigir racionalidad constantemente, presionar para obtener resultados o conformarse con facilidad.