Los colegios CEU implantaron en el 2015 el Programa AVE, como respuesta a la creciente preocupación en la comunidad escolar acerca del acoso escolar o bullying.
Las cifras facilitadas el pasado mes de marzo por la Consejería de Educación para el curso 2015-2016, constatan la relevancia de esta problemática. Si bien el importante incremento del número de casos denunciados y analizados denota una mayor sensibilización de la sociedad, no debe ser trivializado.
Además, hay que valorar que el ciberacoso cifra ya una cuarta parte de los conflictos; el uso de las redes sociales y el móvil entre los más jóvenes amplía el radio de acción de los protocolos contra el acoso.
El principal objetivo del Programa AVE es trabajar en la prevención de forma integral. Afortunadamente, el nivel de tolerancia al acoso tanto de las familias como del centro educativo se ha ido reduciendo con el aumento de la concienciación. Por eso creemos que prevenir el acoso es la mejor forma de evitar que se produzca, tanto en las aulas como fuera de ellas. De esta forma, el Programa AVE se convierte en una iniciativa avanzada, que se diferencia y adelanta a otros protocolos establecidos que se limitan a plantear intervenciones cuando ya se ha generado el conflicto o ha habido denuncia.
El programa nos enseña cómo identificar el acoso a tiempo. También plantea cómo hacer estimaciones del riesgo real de bullying y, además, ofrece distintas propuestas para prevenirlo. Por otro lado, consideramos muy relevante que permita evaluar de forma continua y flexible cómo de eficaces son las intervenciones realizadas.
En el Colegio CEU Vitoria consideramos que es un compromiso y una exigencia para el colegio hacer del centro educativo un lugar seguro y de confianza, así como prestar el apoyo necesario a los niños afectados desde el minuto uno.
Es muy importante no restar importancia o negar la violencia en las aulas, ya sea física o psicológica, puesto que el acoso escolar influye tanto a la calidad de la enseñanza como a la salud emocional de toda la comunidad educativa.
El Director del Área de Colegios de la Fundación San Pablo CEU, Luis Martínez-Abarca, nos explica los pilares del programa AVE contra el acoso escolar en esta entrevista:
—¿Qué hace al Programa AVE distinto de los protocolos que se manejan en los colegios españoles?
—La novedad que nosotros planteamos con el Programa AVE para combatir el acoso y la violencia escolar va mucho más allá de los protocolos habituales. Y no sólo porque contempla acciones como la medición, las buenas prácticas en el aula, el seguimiento de profesores y los facilitadores, sino porque aborda el problema de raíz, al identificar cómo se produce el acoso escolar. Porque este problema nunca surge de manera directa, sino que aflora como consecuencia de la victimización de un alumno que sufre maltrato, primero individual y después colectivo. Es un proceso que dura años y de ahí viene la gravedad.
—¿En qué etapa escolar se suelen iniciar estos procesos tan dañinos para la convivencia escolar y que tanto impactan en el futuro del alumno afectado?
—Normalmente, en las etapas de 2º, 3º y 4º de Primaria hay un cierto conflicto de todos contra todos, si bien no existe este concepto de victimización. Pero sí se producen las primeras situaciones de maltrato, maltrato de palabra o maltrato de cierto nivel de relación a través de la violencia. Aparentemente, esta violencia no es significativa, pero cuando arrancan este tipo de situaciones y alguien manifiesta una debilidad, ese niño o esa niña se convierte en el foco de atención del grupo. En definitiva, ya no es que vayan todos contra todos, sin que es todos contra uno. Y esto va sucediendo año tras año hasta que en cursos como 5º, 6º o 1º de la ESO comienzan a aparecer situaciones graves, que ya son muy difíciles de revertir.
Por lo tanto, nosotros trazamos una raya en esas edades, en esos cursos, no a partir del acoso escolar, sino del maltrato. Se trata de evitar que se produzca una normalización del maltrato.
—¿Qué metodología diferencial se utiliza para identificar ese maltrato?
—Principalmente, utilizamos un método mediante el cual los adultos informamos, trabajamos con los alumnos, les hablamos de los comportamientos adecuados… Para ello, usamos distintas técnicas. Con el Programa AVE hemos invertido el proceso; lo que planteamos es que sea el propio grupo el garante de las buenas prácticas, de manera que convertimos al alumnado en protagonista del proceso. Los alumnos son los que deciden cuáles son las situaciones de maltrato, “lo que yo no quiero que me pase”. Establecen cuáles son las buenas prácticas y deciden cómo pasar de una situación a otra. Todo esto, además, se hace muy visible en el aula y se controla a través de los tutores, de manera que se puede seguir trabajando a lo largo del curso con esta metodología.
Cuando surge el menor roce, a la mínima señal de maltrato, el profesor tiene algo que ha salido de ellos y que le sirve como modelo para reconducir situaciones de una manera positiva. Si conseguimos esto, el 95% de los casos de acoso escolar han desaparecido.
—Y de esta forma, ¿es posible erradicar todos los casos de maltrato, conseguir que desaparezcan?
—Yo creo que no. De hecho, necesitamos más herramientas. Precisamos una herramienta de diagnóstico que nos dé la situación real, al margen de las comunicaciones que nos faciliten los alumnos y que el colegio tiene en un momento determinado. Por eso, en concreto, aplicamos unas pruebas que nos dan un muestreo de las aulas del colegio y desvelan cuál es la situación de la convivencia y cómo son las relaciones entre los alumnos. Esto nos permite intervenir de una forma temprana en el aula, en el grupo o con el alumno.
Junto a ello, contamos con otras dos figuras. Por una parte están los ángeles guardianes. Cuando se ha detectado una situación con una cierta gravedad y que no puede ser tratada de forma individual, ese alumno necesita una protección especial. Aparece así su ángel guardián, un compañero de aula que lo protege. Son sus referencias más inmediatas. Por otra parte está el mentor, que es un igual pero alguien mayor que el alumno afectado. Lo que hacemos es fomentar su relación a través de actividades que nada tienen que ver con la disciplina, sino con lo académico. El aprendizaje de la lectura o de la escritura resulta una actividad útil para colaborar con los más pequeños… De esta forma, se crea un lazo de compañerismo, al tiempo que, al haber suficiente diferencia de edad, los ven de una manera distinta. Así, los mentores nos pueden ayudar tanto a identificar el problema, algo que para mí es esencial, como a tratarlo.
Si a pesar de tomar todas estas medidas preventivas, el problema ocurre, entonces procedemos a utilizar un protocolo de acción en el momento en que hay el más mínimo indicio, que es el mismo para todos nuestros colegios. Primero se protege a la víctima y a continuación se buscan todas las referencias, toda la información necesaria, y se emite un diagnóstico de forma muy rápida.
—¿Podría usted realizar una evaluación del Programa AVE desde su implantación hace dos años?
—Los datos que tenemos son muy pocos aún, pero podemos adelantar que los casos se han reducido significativamente, las denuncias son muy pocas y la mayor parte de ellas son archivadas porque son situaciones que pueden ser de maltrato pero no son de acoso escolar, salvo algún caso —porque no nos libramos del problema—, que está en tratamiento y seguimiento por parte de los equipos de orientación y los tutores del colegio. Ahora acabamos de pasar un nuevo muestreo, que nos interesa conocer y mucho, después de la acción educativa de este año, para ver la diferencia que hay entre las pruebas de final de curso y las de principio de curso. Pero no tenemos aún los resultados.