Los centros educativos no podemos ser meros transmisores de conocimiento. Los/as educadores/as, en colaboración con la familia, debemos trabajar para lograr una formación integral, que vaya más allá de los contenidos del currículum. Nuestra meta debe ser formar a personas con habilidades, competencias y valores. Por eso debemos prestar especial atención a la inteligencia emocional, puesto que su correcto desarrollo les proporciona la capacidad de identificar las emociones propias y ajenas, para así poder gestionarlas correctamente.
Un trabajo conjunto de Colegio y familia
El profesorado, en su nuevo rol de facilitador, acompañante y asesor, tiene un papel crucial en esta tarea. La inteligencia y las competencias se desarrollan, no son innatas, por lo que fomentarlas desde las aulas es esencial para el éxito personal y profesional futuros. Así, con una adecuada gestión de las emociones, crecen en creatividad, seguridad, autoestima y, por tanto, felicidad.
La familia tiene que formar parte diariamente de este trabajo conjunto con el Colegio que es la educación de los/as más pequeños/as. Debe mostrarles cada día, desde el respeto y el optimismo, cómo identificar las emociones para así saber cómo manejarlas. Toda la comunidad educativa tiene que estar implicada en la educación de forma participativa e integral.
Emoción, pensamiento y acción
En el Colegio, uno de los aprendizajes fundamentales consiste en afrontar y resolver conflictos, otorgando tiempo al pensar, pero también al sentir. El innovador programa “Líderes con corazón” de los Colegios CEU va en esta línea, orientándose a conseguir la autonomía y el desarrollo de competencias de niños y niñas desde edades muy tempranas, incluyendo las emocionales. Sabemos que, por ejemplo, desarrollar la empatía es algo muy valioso para sus relaciones con los demás, en cualquier contexto.
Pero, ¿qué pautas podemos seguir en casa para aportar en esta importante tarea de educar en las emociones? Apuntamos algunas ideas:
La educación emocional es clave para la felicidad de los niños y niñas, y para que de mayores sean personas adultas sanas y equilibradas. Tener un diálogo respetuoso y democrático en casa es, sin duda, el mejor aprendizaje en emociones.